sábado, 28 de abril de 2007

A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO DE ANDREA D'ATRI

Victoria Sendón de León


Interesante e inteligente el artículo de Andrea D'Atri sobre “Feminismo y Democracia en Judith Butler”. A partir de su lectura me he puesto a leer otras cosas de Andrea igualmente interesantes e inteligentes. Primero tomé unas notas para reflexionar al hilo de los temas que plantea, pero en seguida me di cuenta de que no tiene sentido buscar los significados de un texto mientras sigamos parapetadas detrás de los referentes, es decir, de los límites de los significados mismos de ese texto, así como de sus precondiciones históricas. Me explico.

Esta cuestión de los feminismos de la igualdad y de la diferencia veo que levanta unas pasiones desproporcionadas, que en lugares de Latinoamérica podría darse entre las “radicales” y las “institucionales”, y que en definitiva no se refieren tanto al feminismo como a las adscripciones políticas y/o existenciales de las mismas feministas, esgrimidas dialécticamente por las “teóricas” de uno y otro bando dentro del movimiento. Si comprendiéramos estos puntos de partida y nos reconociéramos, a pesar de todo, como seres pensantes y sujetos políticos, tal vez superaríamos este estadio de confrontación y seguiríamos adelante. Lo que se agradece es que al menos los discursos sean inteligentes, planteen reflexiones nuevas y nos sirvan para seguir caminando y comprometiéndonos. Y no estoy hablando de componendas sincréticas.

En cuanto a los referentes políticos y existenciales que nos hacen defender denodadamente el “feminismo de la igualdad”, creo que esconden algunos de los siguientes presupuestos, indecibles pero reales:

1) Un compromiso previo con la “izquierda” tradicional que supone un vínculo ideológico y afectivo que no se quiere o no se puede romper. De este modo, el feminismo no sería más que un reformismo, un correctivo o una puesta a punto dentro de una teoría política más global: el socialismo. 2) La pertenencia a un país, a una clase social o a una etnia particularmente oprimidas por el capitalismo internacional, que no nos permite darnos el lujo de resolver otras contradicciones antes de resolver “la principal”, incluida en la lucha de clases. 3) Una formación académica más moderna (en el sentido clásico del término) que hace que no se dominen textos de Lacan, de Nietzsche ni de los filósofos post-estructuralistas (Foucault, Deleuze, Lyotard, etc.) pero que sí se pueda ser una autoridad en temas que van de Descartes a Marx. 4) Porque una opción heterosexual compulsiva impide trazar una línea divisoria entre el Patriarcado y el feminismo, prefiriendo hacerlo entre las clases y poder tomar partido por los excluidos antes que separarme de mis hombrecitos (ya sean maestros, compañeros, amantes o instituciones) 5) Porque tal vez se procede del sindicato y sólo hemos aprendido a reivindicar y es lo que pensamos seguir haciendo.

La defensa a ultranza del “feminismo de la diferencia”, también esconde su procedencia en esos referentes que nunca se dicen, pero que condicionan el pensamiento más abstracto o “desinteresado”:

1) Estar de vuelta de la “izquierda” tradicional por haber sido traicionada. Se ha trabajado a la hora de trabajar, se ha expuesto el cuerpo en la lucha, se ha hecho la revolución aunque sea de salón, pero a la hora de repartir poder, reconocimiento o responsabilidades se han olvidado de nosotras. Amén de que las reuniones eran un aburrimiento y los líderes todos unos machistas. 2) Provenir de un status privilegiado dentro del sistema, lo cual nos ha hecho elitistas, refinadas, “gauche divine” y postmodernas. 3) Haberse especializado académicamente en autores más post-estructuralistas y, por tanto, estar más interesadas en la deconstrucción, el simulacro, el rizoma, la “performance” y todas esas categorías postmodernas. 4) Tener una opción u opciones sexuales más abiertas, ambiguas o lésbicas y estar encantada de poder prescindir de los hombres en la lucha política y en la vida, así como de los valores patriarcales, incluidos los de la izquierda tradicional. 5) Porque una es una artista, una creativa, una desinhibida, y no está interesada en ningún tipo de victimismo.

Si comenzáramos cada discusión por señalar el lugar desde el cual hablamos, la motivación que nos mueve, la elección que nos predetermina... serían las cosas mucho más sencillas. Lo único que no sería admisible en ninguna de las dos tendencias es que nos desentendiéramos de la Política. Que nos convenciéramos de que la política consiste en querernos mucho entre nosotras, en vernos, en reunirnos y leer poesía (como hacen las procedentes de la Librería de Mujeres de Milán y satélites) o en delegar la iniciativa política en grupos o instituciones, ya sea la ONU, las Fundaciones, los partidos o cualquier otra instancia para quienes las mujeres somos una disculpa, pero nunca un interés prioritario, es decir, todos menos las feministas.

Como creo que ninguna de nuestras posiciones es ahistórica, resulta que todas proceden de algún lugar, de algún status, de algún país, de alguna clase, de alguna opción, de alguna experiencia, aunque sean imponderables. No me adhiero a ninguna creación “ex-nihilo”, a ninguna generación espontánea, a ningún pensamiento carente de materialidad fundante. Sin embargo, hemos de seguir pensando, actuando y avanzando en un medio tan hostil como es nuestro mundo actual.

De todos modos admito otros referentes innombrables, más recónditos, más inconscientes y más puros. La pasión insobornable por el conocimiento, la bondad natural que nos hace buscar un mundo mejor para los que sufren, la generosidad de pensar por pensar y ponerla al servicio de todas, la convicción profunda de que estamos en el camino más eficaz para que se cumplan nuestros objetivos, el amor desinteresado que recibimos cuando niñas, los paisajes que vimos o las nanas que nos cantaron ¡qué sé yo!

Lo que agradezco es la cantidad de artículos inteligentes cuya publicación en Creatividad Feminista nos da pie para seguir pensando y, sobre todo, para encontrarnos.

No hay comentarios:

Archivo del blog